Tengo la suerte de ser yo y cargar con toda la intransigencia de no interesarme por la otredad. A veces, eso sí, entra a mi cáscara de nuez una señal de que existen los demás. Mi hija Clara es por quien erigí y luego derrumbé mis meditaciones posmodernas, a lo largo del siglo XX cartesiano en que vivo. En mis ratos libres soy profesor de la Universidad Veracruza pero solo para ganar unas monedas y después, dedicarme a mi profesión de tiempo completo, el dilettantismo y la curiosidad: las letras subversivas, la antisepsis sonora, entregarme al cinema aporía y a las consecuencias del vino y la filosofía en mis viajes o en mi hogar con todas ellas.
Este es el sitio donde brindo con usted, lector, y con los escritores descatalogados o empolvados; es mi pequeño Ateneo para el escándalo silencioso del bosque o para el Christian Vander o el Cobain que tuvieron suerte de recibir mi atención y oídos; el bunker para el cinema ignorado por los colonialistas, escupido por los comunistas, escondido de Rea por el medroso Cronos; es la cava de Pantagruel y los bohemios, la última oportunidad para darle la razón a Nietzsche respecto a su Eterno Retorno. Aquí se destila, con el esperpento automático de la reflexión sobre la independencia de la irreflexión automática, cualquier variedad de inmiscusión terrupta que no haya previsto Cortázar.
Y bueno, juzgad acalorado visitante, si todavía puedo escribir sobre este petate de bits aquello de lo que me reiré en el Mictlah.
Salut! Dive Bouteille
“Soyez joyeux maintenant, mes gars […] buvez à ma santé […] et je vous rendrai la pareille instantanément”.
