“Billy” by einzlkind (2021)

Review by Fernando Figueroa

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En esta novela einzlkind se acerca a Billy, un asesino de sicarios con una batería de reflexiones inquietantes de Nietzsche previo a jalar el gatillo; eso ya,prima facie, me otorga la precaución de recomendar para el resumen de los inicios del antihéroe de 34 años, un poco de los Préludes para piano de Olivier Messiaen. Los que compuso entre 1928 y 1929 porque muestran un estilo influenciado por Claude Debussy, escuchad concretamente La colombe, qué aurora! Billy, el “asesino” de asesinos el niño adoptado que no sabe quién es en Duffmore, una pequeña ciudad de menos de 8.000 habitantes en las Highlands escocesas, entre Fort Augustus e Inverness, cerca del lago Loch Mhor. Allí pasa su infancia en un entorno rural y festivo: la ciudad vive cada año un “maratón de festivales” que abarca literatura, música, teatro, cocina y hasta concursos de punto, junto con las inevitables Highland Games donde se lanzan troncos, martillos y piedras. Aunque no siempre dan buena imagen, lo importante es la diversión, como repite siempre el tío Seamus: pasarlo bien vale más que “dar buena figura”. La familia vive en un antiguo caserío del siglo XIX que Seamus compró con sus primeros grandes encargos y fue restaurando poco a poco. El terreno, en las afueras, al final de la Lyndon Street, cuenta con dos casas de piedra, una pequeña cuadra y espacio suficiente para que convivan cinco gatos, dos perros y Bernhard, el burro. Ese entorno se convierte en la “pequeña idilia” de Billy, un mundo propio desde el que, sin embargo, él sueña constantemente con salir a explorar. Juega armado con un “espada larga” imaginaria, liderando una supuesta “armada de mil highlanders valientes e invencibles” para conquistar reinos lejanos y rescatar princesas de las garras de villanos malolientes.

Esa capacidad de fantasear con batallas, gestas y justicia anticipa el tipo de vida extrema y violenta que tendrá de adulto. Billy recuerda su infancia como “grandiosa”, con todos sus altos y bajos, lo que da a entender que, pese al trauma latente de su origen, se siente profundamente querido en ese caserío. Vive convencido de formar parte de una familia sólida y singular, pero aún desconoce en estos primeros años la verdad sobre sus padres biológicos. Ese desconocimiento temporal es el primer tramo de su cronología vital: una niñez aparentemente feliz, libre y aventurera, enmarcada por el cariño de Seamus y Livi y por el paisaje agreste de las Highlands, en la que la violencia existe solo en forma de juego y de fantasía épica.Es entonces cuando Billy escucha por primera vez que Seamus y Livi no son sus padres biológicos, y que él es hijo de dos figuras casi míticas: Birdy y Monkboy. Los nombres le suenan a cuento de hadas, y las fotografías que le muestran refuerzan esa sensación: retratan un universo “plush-surreale”, saturado de colores y muy distinto de la sobria vida en Duffmore. Sus padres son descritos como “paradise birds” o “tardíos hippies”, rodeados de varillas de incienso y una estética psicodélica, pero sobre todo definidos por su adicción: no se contentaban con fumar marihuana, escuchar viejos discos de The Doors en vinilo y soñar con un mundo perfecto, sino que preferían inyectarse hasta el límite, enviando su cerebro a “órbitas remotas” donde solo existían ellos mismos. Se cuenta que apenas les quedaban venas en las que pincharse. Para este momento ya podeis pasar a “Thème et variations” compuesto por Messiaen en 1932. El impresionismo ha quedado atrás.

Billy confiesa que desearía tener un recuerdo real de ellos y no solo fotografías y relatos. No sabe a qué olían, cómo sonaba su risa o su voz, ni cómo pronunciaban su nombre. Esa ausencia concreta —el no poder recordar su tacto, su tono, su forma de llamarlo— es la grieta fundamental en su identidad. Sin embargo, a pesar de ese vacío, insiste en que no puede quejarse: Seamus y Livi siempre lo trataron como a un hijo propio, algo que fija el segundo jalón de su historia: el descubrimiento del origen trágico y adicto, y al mismo tiempo la confirmación de un amor adoptivo sólido que compensará, en parte, aquella pérdida temprana.identidad se construye sobre tres capas: el vacío dejado por los padres adictos, el amor firme de los padres adoptivos y la influencia radical de un hombre autodidacta y moralmente heterodoxo como Seamus. Esa mezcla dará lugar a un adulto que se considera a la vez hijo de hippies muertos por sobredosis y heredero de un “justiciero” que opera fuera de la ley, pero con su propia ética. Recordad que Seamus, el tío padrastro de Billy, tiene un background sui generis, nunca fue a la universidad, no tiene formación técnica ni siquiera un título escolar completo.

Dejó la escuela a los catorce simplemente dejando de ir, y pronto se dio cuenta de que tampoco tenía nada que hacer en casa, donde reinaban el alcohol, los golpes y un calvinismo opresivo que nunca sintió como propio. Su huida temprana de ese entorno lo lleva a buscar otra moral, otra forma de entender la justicia y la responsabilidad, que luego se traducirá en la peculiar empresa familiar de “ajusticiamiento” de criminales.
De sus padres biológicos, Billy hereda sobre todo la pasión por la música. En el texto introductorio se menciona su amor por los Beatles, los Ramones y Franz Ferdinand, una mezcla de clasicismo pop, punk y rock indie que marca su sensibilidad. Al mismo tiempo, del tío Seamus recibe la afición por la filosofía, y en particular su filósofo favorito es Nietzsche, a quien describe como el “gran inmoralista, el criminal, el Anticristo”. Esta combinación de música popular y pensamiento radical sirve como marco estético y moral de la vida adulta de Billy.

Esa influencia nietzscheana no queda en mera pose como estuve dispuesto a creer hasta este punto de mi lectura, ya que con 22 años entra en la empresa familiar —una organización que ejecuta asesinatos por encargo, pero solamente de asesinos, proclamando así una forma de “justicia”—, el pensamiento de Nietzsche se convierte en un recurso mental que le permite relativizar la moral convencional y soportar la violencia extrema. La primera vez que enrosca un silenciador en su pistola Walther, Billy recuerda a Nietzsche con sus etiquetas de “inmoralista” y “criminal”, y a partir de entonces su trabajo “se le hace más fácil”. Filosofía y arma se funden en un mismo gesto iniciático. hijo simbólico del jazz trágico de Billie Holiday y del rock rebelde; lector entusiasta de un filósofo que cuestiona la moral cristiana; habitante de una casa donde los nombres rinden tributo tanto a estrellas del cine como a figuras del crimen organizado. Todo ello prefigura el tipo de asesino que será: culto, musical, irónico y profundamente consciente de la ambigüedad moral de sus actos, aunque los justifique como una forma de justicia superior.

Con el paso del tiempo, la vida en el caserío revela su dimensión más oscura: Seamus ha fundado una empresa que realiza “Auftragsmorde”, asesinatos por encargo, pero lo hace bajo una lógica propia: solo matan a asesinos, autoproclamándose agentes de una justicia que el sistema no garantiza.A los 22 años, Billy se incorpora formalmente a esta empresa familiar. No es una decisión casual: llega tras una infancia marcada por la muerte temprana de sus padres biológicos, por la educación intensa de Seamus y por una constante exposición a discursos filosóficos sobre moral y responsabilidad. El asesinato, en este contexto, no se presenta como puro crimen, sino como un acto de “corrección” del mundo, una extensión violenta de la idea de justicia.

einzlkind no es un genio por decir lo que no se haya dicho, sino por la apropiación y adaptación inquietante y posmoderna entre Nietzsche, una Walther y la racionalización filosófica del asesinato. Por eso, el verdadero giro en la vida de Billy se produce cuando su formación filosófica –cuidadosamente fundada por años de clases con Seamus sobre ética, verdad, autonomía y la sospecha hacia la “normalidad”– se cruza con la práctica concreta del matar. Desde los diez años, Billy ha sido entrenado para pensar contra la corriente: Seamus les enseña que la verdad es un “Spielball der Objektivität” y que los sistemas son solo ideas, constructos transitorios sin una relación necesaria con la “Wahrhaftigkeit”; también los vacuna contra la moral convencional, haciéndoles ver que la “Normalität keineswegs etwas Positives bedeuten muss” y que la rectitud ostentosa “stinkt”.

En ese caldo de cultivo intelectual, la aparición de Nietzsche en su adolescencia cae como una bomba. Cuando Seamus le da a leer a Nietzsche, no se lo presenta con un aparato erudito, sino como una experiencia que lo dejará “auf ewig verdorben”, invitándolo a “sich mal ordentlich den Kopf verdrehen lassen, ganz ohne Drogen”.
Billy, un adolescente furioso, que se siente permanentemente en “Ausnahmezustand”, saturado de odio hacia la estupidez del mundo, encuentra en Nietzsche a alguien que baja a las “Gegenden, die ungeheuer sind”, para luego “den Boden unter den Füßen wegziehen” a los ciudadanos que comen muesli y viven sin preguntarse demasiado por nada. No se olvide el lector que las clases de filosofía del tío Seamus eran enriquecedoras pero avivaban como hoguera los vacíos de los chicos. “La filosofía se consideraba enriquecedora y fortalecedora, ayudando a describir y diferenciar emociones.La envidia (Neid) se define como positiva (desear los logros de otros), a diferencia de la malevolencia (Missgunst), que es negativa.Se aconseja desconfiar de aquellos que proclaman públicamente su propia bondad u honestidad, ya que a menudo resultan ser oportunistas.Una persona verdaderamente buena actúa en silencio en lugares de crisis para ayudar a los necesitados, no busca reconocimiento público.” Es decir, justicia yu vigilantismo.La violencia física se naturaliza así como lenguaje afectivo: pelearse es una forma de relacionarse. Sin embargo, hay una asimetría clara: Frankie el hermano mayor de Billy, es más pesado, más astuto, más cruel y más fuerte. Cuando Billy tiene suerte, las peleas terminan en “aniquilación absoluta”, expresión que sugiere que el resultado normal es una derrota aplastante para él. Este entrenamiento doméstico en la dureza y el dolor, con Frankie como verdugo cariñoso, le dará a Billy una familiaridad precoz con el castigo físico, que será útil en su vida posterior de asesino.

Pero la lealtad entre hermanos también es absoluta: cuando los problemas vienen de fuera, son “uno solo”. El primer episodio en el que actúan como equipo se convierte en un shock para Billy, evidenciando la eficacia de esa alianza fraterna en contextos hostiles. El camino al colegio, que atraviesa dos colinas y un valle salvaje, se conoce como “Mordsweg” —el camino del asesinato— por sus lugares estrechos y ocultos, ideales para emboscadas y asaltos.Frankie vs. Danny “The Doom” Miller: la venganza fuera del ring y la ética del “combate sin reglas” Allí abundan los “canallas”, contra los que Frankie y Billy se ven obligados a defenderse.

cuando la carrera de Billy como asesino de asesinos ya ha alcanzado un cierto grado de “éxito” operativo, se produce una inflexión interior: el peso acumulado de sus actos empieza a hacerse insoportable. La educación filosófica que recibió de Seamus, lejos de anestesiar su conciencia, la mantiene despierta; no puede simplemente refugiarse en la idea de que “cumple un trabajo” o de que “el mundo es así”. La combinación entre sensibilidad intelectual y experiencia repetida de la muerte abre una grieta: por esa grieta entran la culpa, el cansancio moral y la intuición de que su propia identidad se ha reducido peligrosamente a una sola función, la de matar. Esa saturación lo empuja a alejarse de la empresa familiar, a cortar, al menos temporalmente, con la lógica de la venganza heredada y del negocio del crimen.

El aislamiento y el contenedor
Su reacción no es meramente práctica, sino simbólica: decide adoptar una nueva identidad y desaparecer, literalmente, en un contenedor marítimo. La elección del contenedor es significativa: es un espacio cerrado, metálico, anónimo, pensado para transportar mercancías y no para habitarlo. Al convertirlo en hogar, Billy se cosifica a sí mismo, se trata como carga a la deriva, como objeto que ha pasado de mano en mano. Al mismo tiempo, ese interior desnudo funciona como una celda autoimpuesta: un lugar donde no hay distracciones, donde el mundo exterior queda reducido a ruido lejano, y donde el pasado no se puede ahogar en la rutina porque no hay rutina que valga. Allí, entre paredes de acero, su biografía, sus víctimas y su familia le caen encima sin filtros.El retiro no es, sin embargo, una cura milagrosa. Cuanto más tiempo pasa solo, más vivos se vuelven los fantasmas: caras de muertos, palabras de Seamus, miradas de Frankie en los momentos de violencia compartida, grietas afectivas que nunca terminaron de cerrarse. Billy descubre que la soledad extrema no borra la culpa, sino que la amplifica. Empieza a temer no tanto que lo encuentren sus enemigos, sino que lo encuentre su propia memoria, que lo obligue a admitir que se ha convertido en algo muy diferente del niño que temía sus propias reacciones ante la violencia. En ocasiones se plantea la posibilidad de poner fin a todo —a su vida, a su misión, a la cadena de muertes—, pero el mismo instinto que de niño lo impulsaba a analizar sus sentimientos y a buscar motivos lo frena: antes de decidir si merece morir, necesita entender quién ha sido realmente. Cuando regresa, el paisaje humano que encuentra es devastador. La empresa familiar, que en su momento se presentó como una especie de proyecto justiciero envuelto en un barniz de sofisticación intelectual, está en ruinas. Seamus, antaño figura fuerte, carismática y aparentemente inquebrantable, está enfermo y debilitado; sus grandes discursos sobre libertad y ética chocan ahora con la fragilidad del cuerpo y con el evidente fracaso de su utopía moral privada. Frankie, por su parte, se ha transformado en un hombre amargado, endurecido por años de violencia y resentimiento, quizá sintiéndose abandonado por Billy y traicionado por el hecho de que su hermano se permitiera dudar del “camino” común. La casa, el negocio, los vínculos: todo lleva marcas de desgaste, de descomposición interior. Billy no puede evitar verse a sí mismo como parte de la causa de ese deterioro.

En este contexto, la búsqueda de la verdad se convierte en su prioridad. Ya no le basta la historia oficial de Seamus, esa narración según la cual cada golpe, cada asesinato, estaba justificado por una forma superior de justicia que el sistema no podía ni quería ejercer. Billy empieza a preguntar, a reconstruir cronologías, a revisar “casos” antiguos, a escuchar versiones que antes no se había permitido oír. Poco a poco, va descubriendo que, en varias ocasiones, el móvil real de Seamus no fue la defensa de los inocentes, sino la venganza personal, el rencor o incluso el interés económico. Esto no convierte al tío en un demonio absoluto, pero sí derrumba la imagen del mentor puro y coherente que él había construido durante años. El desenlace, y quizá por eso lo había retrasado inconcientemente Billy, será la desilusión de ver con ojos distintos a su tío más como un ente amargado y vengativo que como gurú de la verdad, y enseguida la lucha a muerte, esta vez no lúdica con su hermano Frank.

¿Hay “tergiversación” de la filosofía de Nietzsche por parte de einzlkind a través de Billy?
Hay dos formas o niveles de verlo:

Nivel filosófico estricto:
Nietzsche no ofrece un manual para “matar con buena conciencia”. En ninguna parte se lee que la violencia sea buena por sí misma ni que el asesinato sea una forma de “superioridad”. Usa el término “inmoralista” para designar al pensador que critica las morales existentes, no al que carece de escrúpulos. Convertir esa crítica en un tranquilizante de conciencia para un sicario es una simplificación interesada y descaradamente maniquea. Ahora bien,sí puede hablarse de una instrumentalización interesada: Billy se centra en lo que le sirve (crítica de la moral, rechazo de verdades universales) y deja de lado el resto (la exigencia de creación de valores realmente más elevados, la autoexigencia extrema, la dimensión trágica del devenir). Eso ya es una forma de “torcer” a Nietzsche.

Nivel narrativo y psicológico:
Sin embargo, el texto muestra que Billy no se limita a repetir eslóganes tipo “Dios ha muerto, todo vale”, sino que vive una verdadera crisis adolescente y luego una búsqueda intelectual intensa; sobre la pesadez adolescente véase página 86 y 87 cuando Billy relata una memoria en del verano de 1996, a los 16 años, su estado emocional de la época, caracterizado por la agresividad, el egocentrismo, la confusión y un profundo sentimiento de injusticia y malestar con el mundo.
El narrador tenía 16 años en el verano de 1996.Describe su estado como agresivo, egomaníaco y, simultáneamente, confundido y tímido.Sentía que todo era injusto y que el mundo era “abismalmente malo”.Sus emociones predominantes eran la duda, la vergüenza y la ira, sintiéndose constantemente en un “estado de excepción”. Así que Nietzsche aparece como alguien que nombra la rabia de un sicario, su soledad, su sensación de que la moral corriente es hipócrita. El hecho de que siga preguntándose antes de cada ejecución “¿es esto correcto?” indica que Nietzsche no ha sido reducido a coartada tranquilizadora; sigue siendo una fuente de incomodidad y de autoexamen, lo cual es coherente con el espíritu de Nietzsche.

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