Chaos und Stille/Chaos and Silence (2024) dir, Anatol Schuster ★★★★★

Review by Fernando Figueroa

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La inmolación existencial de una casera no debería ser motivo de perplejidad, y menos en urbes posmodernas de hoy tan despersonalizadas, en que incluso podría pasar desapercibido su evidente sacrificio al Dios del silencio. Ante la renuencia de los inquilinos Helen y Jean de hacer una pausa rítmica en el mundanal ruido berlinés, no obstante que son músicos y que inician su etapa de maternidad, aconsejo abordar el hilo narrativo de esta soberbia obra más como si fueran visiones extáticas y contemplativas con otras caóticas pero normales;es decir, como siguiendo el ritmo formal del ciclo Vingt regards sur l’enfant Jésus de Messiaen al que alude en algún momento el piano del soundtrack que deja anonadada a Klaire. Recuerdo la muy común perplejidad de los estudiantes de la facultad de medicina cuando les propongo en mi clase de Critical Thinking la lectura de “Calígula” de ALbert Camus. Su expresión no es diferente a la mirada de Helen y Jean hacia su casera. No es intuitivo que tenga la razón alguien que como Cayo, visiblemente ha “perdido la razón” por la muerte de su amante, o sea su hermana.

En Chaos und Stille sucede lo mismo. Son ellos, los músicos quienes deberían ser expertos en discriminar en la partitura de la vida las negras, las redondas, los bemoles y los silencios. En cambio, viven a las prisas como cualquier ciudadano promedio de una metrópli promedio, pero el alto metacognitivo o impasse que ha activado la casera les ha dejado anonadados. A ambos. Condonarles el pago de la renta ya fue de por sí extraño, ¿pero contemplar el cielo?¿no tiene derecho a tomarse el tiempo alguien para ello? Puede ser. Otra cosa será bañarse en la fuente de una plaza pública. Qué carambas!, Jean sube a la cornisa, fijaos: “casera Mrs. Hermann, no quisiera molestarla, es solo que, quiero decir, ¿planea quedarse aquí más tiempo? Quiero decir, ¿no es aquí un poco peligroso?” y Klara, al borde de la azotea, mientras se cepilla los dientes le responde: “aquí arriba hay un silencio maravilloso!”. Más tarde Helen no es más empática que su marido, aunque paradójicamente esté convencida de serlo al subirle comida a su casera:”por favor, si a usted le falta algo Sra. Hermann,..si necesita algo solo venga a visitarnos.” Klaire solo acaricia las manos de Helen. Klaire ha encontrado probablemente lo que buscaba, incluso retiró todos sus fondos del banco pero a los inquilinos les parece que, es a ella, a Klaire a quien le falta algo, en vez de verse ellos mismos. El ritmo de Messiaen en su ciclo Vingt regards sur l’enfant Jésus se basa en patrones asimétricos, curioso que en este largometraje tampoco se siga un sentido regular sino entrecortado por destiempos de la voz en off de Jean -quien narra- con viñetas extáticas de la casera. Esta discontinuidad del filme la explica la pianista Joanna MacGregor en la ejecución a dos manos de Messiaen en el movimiento “Première communion de la Vierge” del mismo ciclo: mientras la mano izquierda presenta el “tema de Dios” en acordes amplios, la derecha dibuja figuraciones muy finas (“estalactitas”), creando un clima de intensa contemplación.

¿Tendrá éxito Klaire? ;e refiero a ¿podrá vivir como se le pegue la regalada gana? De antemano sospechamos que no, y justamente un dron sobrevolando los edificios y la mancha urbana -pues el panoptismo hace que la ciudades no duerman y que ese defecto sea visto como una maravilla y atractivo si se piense en urbes como Nueva York, Tokyo-, un dron, digo, escrutando el cielo sorprende a la asceta casera y nos darán la pesimista razón vertiendo sus imágenes en los encabezados del siguiente día. No seguir etiqueta o tendencia alguna ya ha incrustado a Klaire -a pesar de su indiferencia y luego veremos de su malestar- en una etiqueta “Nueva ANti-tendencia?” reza el artículo a 8 columnas el diario.Mientras la anti trend se convierte en trend, las partes en que el filme hace elipsis son maravillosas y no hace falta explicarlas, como la mirada de Frederich, el abuelo de Helen cruzando con la mirada de la bisnieta Hannah. La obra es perfecta porque no se desvió hacia el camino facilón, por ejemplo, que Klara padeciera de sus facultades o que dicha casera tuviera jun pasado tortuoso .un mal divorcio, un hijo desalmado, la pérdida de una mascota entrañable,..nada. CUando se arremolina la turbamulta en el edificio, es bastante normal viendo las sociedades de hoy, que haya un grupo que emule lo que ve sobreinterpretando lo que no entiende, y otro bando que ya existe en las redes sociales ¿son sociales, protegidos en en anonimato de un nick ni siquiera su verdadera ID denostan y agreden todo lo que les sean diferente. Así pues, el otro bando, el de la mujer que quiere que la desalojen porque “es un peligro alguien asi”. Una vez recluida, recordareis conmigo muy seguramente a Kaspar Hauser cuando el sacerdote intenta adoctrinar el hueco vacío de conocimientos de Kaspar. Le preguntan a Klaire si escucha voces en su cabeza, alguna vez ha pensado en quitarse ña propia vida..y así por el estilo. A todo contesta de forma negativa moviendo la cabeza. Y el Hospita de las Hermanas Misericordiosas no hace honor a su nombre, en un par de días debe desaoljar a Klaire. ¿No es maravilloso el escándalo que hace el sistema sobre sí mismo? Cuando Helen vende el piano, eso sí es emular a Klaire, la inmolación de un músico apostando a una intuición familiar.

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