Empleando las premisas del cine mudo -concededme que la sinopsis de IMBD funcionaría como el intertítulo único o “opening title card”, (el cacareo de la gallina es irrelevante)-, este corto es metáfora del cuento tradicional con un “cuento” de adictos. En el “cuento” de esta trama, Caperucita o sea, Mavroscoufitsa, trafica con sustancias prohibidas gracias a la cocaína que la mamá de Caperucita sustrae del Lobo después de fornicar. En el cuento original -y por eso sin comillas- de la caperucita, el Lobo es por antonomasia depredador y abusivo, y la Caperucita es curiosa y temeraria al grado de desobedecer el “buen camino” señalado por papá y mamá. Voilá, Mavroscoufitsa no sospecha que su madre parece víctima pero inmediatamente después de la cópula hurga las bolsas de uno de los Lobos, pues en el corto hay más de un traficantes ¿o son proxenetas los demás?

El punto fuerte del minimalismo mudo y en este caso también la abominable pero cierta oscuridad de las tomas, especialmente la panóramica externa donde se percibe discutiendo la pareja Lobo y Caperucita, es su posibilidad de catalizar múltiples interpretaciones que lamentablemente se sesgan cuando hay una sinopsis como la IMBD que narra el subtexto de todo lo que el corto envuelve en su raquítica intriga.

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