Un genuino tesoro del cine independiente y no un docuemntal, y por cierto, su quasi perfección fotográfica y sobriedad puede dejar en ridículo fácilmente a plataformas que emplean enormes estipendios como Netflix. Es un viaje íntimo al “sistema vascular” -léase, a los usos y costumbres espirituales y ascéticas- del corazón budista de una miríada de monjas tibetanas literalmente aisladas en casuchas cerca del monasterio de Yarchen Gar en Sichuan, China durante 100 gélidos días.
comparto trailer https://www.facebook.com/reel/2103600060408896
En el itinerario habrá dos trompetas cortas tibetanas, medievales, llamadas rgya gling -gyaling- en una ceremonia que acompaña cantos de sutras y toques de campanas, damarus y otros instrumentos autóctonos. Pero el recorrido del filme se siente como si un turista ocasionalmente capturara el día a día de algunas monjas, y no como un cineasta que dialoga y contamina con comentarios los gestos y las palabras de dichas mujeres. No es de extrañar que el director Jin Huaqing viviera por temporadas y se identificara con el milieu durante más de 6 años, se cuenta, se relata aquí una esencia de búsqueda metafísica en las monjas ejercitando varias veces al día la meditación y la compasión por el otro, incluso si una hiormiga se postra en su nariz rumbo a la frente tal como les hacen ver sus superiores.

Eliminar el odio y codicia es uno de los objetivos de meditar varias veces diarias; se les instruye a que sólo vivan de los yaks y las ovejas, no cazar al oso pardo por sus propiedades medicinales. Las tomas durante la noche desafían no solo las condiciones lumínicas y el cinematography nos prodiga ora noches de vesntiscas ora cielo esplendente y estrellado que deja sin aliento a quien sea. Durante las noches, la cámara ingresa a algunas casitas en la loma helada, entonces veremos a las monjas con un tipo de rehilete, que es en realidad el molino de plegarias tibetano -Prayer wheels- llamado mani khorlo. Se trata de un cilindro que gira sobre un eje, parecido a un rehilete pero macizo, normalmente montado sobre un mango que se hace girar con la mano y en el interior lleva enrollados papelitos con mantras escritos, por ejemplo el mantra de Avalokiteshvara (Om Mani Padme Hum), multiplicados muchas veces de acuerdo a “The Nyungne Method of Thousand-Armed Chenrezig” y al “How to recite the Mani Mantra” de Khenchen Thrangu Rinpoche. Y mientras el espectador resulta perplejo por el ritual colectivo de peregrinación con postraciones -con el cual suponen ganar méritos espirituales- avanzan, se detienen de pie juntando las manos y derrumbándose en la práctica de devoción, el corte de escena evidencia desde una toma lejana la nieve y ligera lluvia caer con una perspectiva del puente que une el monasterio de Yarchen. Simplemente fascinante trabajo.


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