A pesar de que tanto en la tradición islámica como en la judaica sacrificar un cordero de acuerdo a relatos de Abraham significaba un halago al Todopoderoso, considero que la mejor forma de demostrar fe genuinda, entendida como una esperanza bondadosa en Dios es no pronunciar ninguna súplica ni hacer exactamente tales dádivas, porque entonces como dijo Jorge Luis Borges lo que tenemos es un soborno a Alá o a Adonai.Después de 3 niñas, el padre de familia de esta historia quiere asegurarse de su fe, vaya!, y decide llevar a la Montaña Santa un cordero para sacrificarlo por la promesa que ha hecho a Dios, de antemano porque el viaje lo realiza antes del alumbramaiento. Es hermoso cómo lleva de un lazo al cordero habla con él, le pide que se apresure cuando llueve, le ofrece disculpas al animal por lo que le hará al llegar al cerro. El día es bonito y las nubes parecen indicar que han ascendido a un escalón antes del Sinaí. Todo en orden pero cuando mira a uno par de fanáticos como él, quienes debieron llegar antes y ya han degollado al animal, el papá penitente se arrepiente.

Observad la imagen de él y el cordero en fila presenciando todo. Sigueinte toma, regresan a casa no sin antes ofrecerle disculpas a hora a Dios por no cumplirle la promesa pero al caminar cerca de un acantilado el hombre resbala y cae en un defiladero y solo se salva porque el cordero lo jala hacia afuera o mejor dicho hacia arriba. Creo que ya están a mano y por supuesto, el cierre a los pocos días es el llanto de su vástago. Tuvo niño como quería y eso que no hubo sacrificio como tal. La moraleja me la reservo esta vez para estar a mano con los que sí son fieles creyentes.