gracias Ozzy por compartirme esta copia*
La voz en off femenina dice que el gobierno de la República Democrática Alemana fue la sociedad más vigilado en la historia de la humanidad. Cierto solamente si se refiere con cámaras y micrófonos. La más vigilada fue la URSS mucho antes. Recordad a Gog cuando entervistó a Lenin, felicitándolo por la enorma labor de control que realizó con la Madre Soviética, y el risueño camarada le responde cínicamente a Gog, jaja pero si no hice nada, ya estaba hecho, “Los bolcheviques no han hecho más que adoptar, desarrollándolo, el régimen instaurado por los zares y que es el único adaptado al pueblo ruso. No se pueden gobernar cien millones de brutos sin el bastón, los espías, la policía secreta, el terror, las horcas, los tribunales militares, las galerías y la tortura.” Así que no es ocioso anticipar los 200 mil informantes de la Stasi alemana con los que contaba la altiva Alemania para -Vigilar y Castigar- Foucault dixit.

El inesperado suicidio en 1999 del padre de la directora desencadena una serie de reflexiones, luego indagaciones familiares en Karl Marx City (antes Chemnitz) y por fin el emprender este ambicioso documental centrado en la veta -Erinnerungskultur- Cultura de la memoria, que recuerda a los postulados formales y críticos de Alexander Kluge de la Escuela de Frankfurt, especialmente cuando Epperlein incorpora en el mismo hilo narrativo un collage de fotos de stock con fragmentos de películas como Blutsbrüder (1975) para ilustrar lo que podríamos llamar el estado del arte o los antecedentes de la obra, incluyendo también la terminología germana para entender los propósitos del filme, entre historia de vida y policiacos que resulten adecuados para explicarse la decisión drástica del papá.

La directora subraya el término común Die Wende, el parteaguas o recomienzo a raíz de la Caída del Muro que supuso una ruptura brutal de rutinas y estilos de vida de los alemanes en la parte oriental. Sin embargo, al entrevistar a la madre -no sin antes verla en su aniversario 75 bailando- como pretxto por la carta de su padre que fue recibida por Epperlein, descubre el secreto de su hogar, que a partir de 1990 el padre comenzó a recibir centenar de cartas que le instaban a hacer pública su participación dentro de las filas de las Stasi.
pequeño trailer hecho a mano por mí https://www.facebook.com/reel/831002082852991
Lo que vuelve destacable este documental no es el cariz íntimo de la directora evocando recuerdos de su padre (eso cada vez es más común en muchísimos trabajos documentales de hoy, el efectismo), ni tampoco utilizar el blanco y negro, como guiñando por ratos la estética Anton Corbijn; no, lo que convierte genuinamente brillante este documental es el hecho capital de qué, a raíz de indagar si su padre formó parte de la Stasi, la importancia se centrará -como dice su entrevistado- en la serie de preguntas que la directora comienza a disparar para desempolvar la verdad que ella anhela respecto a si su padre fue de verdad un conspirador, fue en verdad responsable y se merece toda esa correspondencia que lo tilda de maldito y execrable, cartas que cada vez más comúnmente llegaban a su domicilio, según la viuda y madre de la directora, acosándolo como traidor, llevándolo a una picota de escarnio por haber formado parte de las Stasi.Es decir, Epperlein va -para decirlo como Walter Benjamin- a contrapelo de la historia registrada por las Stasi gracias a la vigilancia a su padre y, quizás, a la vigilancia hecha por su padre durante aquellos tiempos en funciones.


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