Igual que Jean Baptist Clamence atormentado por no haber intervenido para evitar el suicidio de una chica arrojándose al Sena, Frederich Chaplin-Tourve hallado inocente -por el parricidio de madre y padre- llevará a su Maïtre defensor Charles Dunant -y de paso al espectador- a la misma metáfora incómoda y desgastante aludida en La Chute por el personaje de Camus,la “mazmorra estrecha” de la Edad Media para describir la condición de culpabilidad existencial humana: una celda donde no se puede estar completamente de pie ni acostado, obligando a vivir “en diagonal”. La cita es “Connaissez-vous, dit-il, le cachot dit ‘la petite aisance’, dans les prisons du Moyen Âge? Desde esta perspectiva de culpabilidad universal, Clamence desarrolla su filosofía del “juez penitente”: confesarse públicamente para tener el derecho de juzgar a otros, convirtiendo la culpa en poder.

Su tormento por el suicidio presenciado lo lleva a concluir que todos somos culpables y que la única salida es aceptar esta condición, transformando la angustia existencial en una forma perversa de dominio sobre los demás. Frederich se confiesa al pesonaje de Delon. Mutatis mutandis le dice recoen absuelto, que pudo tener una laguna de memoria y no recuerda no haber asesinado a ambos, aunque resultase inocente.Esta obra será cansada para quienes no desean redescubrir -y repensar- los argumentos por los que se sintió seguridad al llamarse inocente: es que no son los mismos al ser declarado inocente. Es muy claro Camus, todos defendemos nuestra inocencia por esta o aquella premisa, pero en el fondo, la moralidad es el tamiz que pocos o m+as bien nadie supera y por ello sería preferible de antemano reconicerse culpables. Ni más ni menos que en la casa de los padres asesinados se citan Maïtre defensor (Alain Delon) y exculpado hijo. Por si fuera poco les asistirá llevando café y luego viandas como para celebrar aquel testigo que casi hunde a Frederick, tras identificarlo al salir el dia del crimen (aunque hubiese sombras en las escaleras). Deray le dedica unos minutos panorámicos a su hermosa ciudad de origen y siempre voy a creer que es una suerte inmensa disfrutar sus filmes aunque no sean perfectos pero de una nostalgia peculiar por Lyon y otras ciudades antes que París. Se corrobora esta mirada extravagante al Lyon del terruño a medio filme cuando Frederick reflexiona el uso que efectuaba de su telescopio en la planta alta como voyerista de la cotidianidad urbana.Así es como conoce a Franca, espiando sus manías, sus ensayos y anhelos de actriz, su afán por el amor en la dramaturgia.

Y así comienza a explicarse el final de esta trama.No debe esperarse un noir. Por ello se inicia con el veredicto de inocencia.Es un hecho que hay misterio y oscuridad del crimen, sea realmente un parricida o no Frederich, pero Deray invitó a sospechar tanto de los procedimientos regulares del sistema para extraer culpabilidad o inocencia, como de la inocencia que el propio joven sintió -acertadamente- que no le correspondía. La invitación al Maïtre defensor, a casa de Frederich fue un error necesario. Así fue capaz de revelar su crimen, el cual prima facie no creyó el personaje de Delon. Pero al mostrarle el escondite secreto de la casa, y constatar que los despojos del muerto Antoine Bonnet, amante de la mamá yacen aun allí en ese desván desde hace 10 años cuando el chico tenía 12 años, se comprende por qué el difunto papá mató al amante al descubrirlo in fraganti con la mamá. Y lo peor, si su versión es cierta, Frederich es hijo del amante muerto y crimen sin resolver hace una década. El Maïtre esquiva un candelabro con el que iba a riompoerle la cabeza el chico. Luego se va y deja en su miseria a Frederich. Ahora comprendo porque el multiasesino se sabía al pie de la letra en el piano una de las piezas más oscuras pero bellas de Chopin, el Prélude #4 Op. 28. Excelente obra, mal comprendida dadas las calificaciones pero dudo que eso le haya molestado a Deray, a admiradores suyos como este recensor tampoco nos molestará jamás. Los “likes” y altas calificaciones son para los Guillermo del Toro y los Tarantino, o sea la fast food. Para unos cuantos hay trufas o tostada de caviar de Michel Deville, Lelouch o Deray.


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