Gracias a esta radiografía de carne y hueso del mundillo del espectáculo, aunque sólo sea a nivel de artista independiente como Oliver, podemos recordar el vacío existencial que hay en el juego de transacciones humanas, pero sobre todo la genuina inautenticidad de las relaciones directamente proporcional al valor de mercancía de un artista y al valor volatil y desechable de una plebe o multitud del público o clientela dedicada en su mayoría a los “likes” y a “seguir” y “emojis”. Nada de nuevo tiene el tema pero sí su exploración porque Matthew Morning ni siquiera es fan del artista ni influencer, eso ocasiona que haya espontaneidad en la historia porque revela con honestidad el contagio de falso sentido de pertenencia, banalidad y vacua fama al que está quiensea expuesto al acercarse demasiado al fenónmeno musical o artístico catapultado por las imágenes, las poses y las redes sociales como celestino del fatuo romance. El pretexto o si se prefiere, la casualidad quiso que Oliver visitara la tienda de ropa en la cual es empleado Matthew.

El pretexto fue el track de Nile Rodgers en el trasfondo. Matthew resulta anonadado por la pequeña celebridad de alguien que él desconoce. Es invitado a la guarida del “artista” y así se inicia un retorcido viaje del que nunca se sabe si se saldrá bien parado. Matthew es usado para sacar la basura, escombrar la casa-estudio y resistir las impertinencias de los otros miembros de la producción musical que gastan el día jugando Playstation. Pero repito, lo que envuelve del filme es que ni Oliver ni su equipo le exigen explícitamente a Matthew que sea el criado y luego editor visual y fotógrafo, ni Matthew solicitó un lugar para acariciar con ellos la excitante fama avalada por millones de seguidores y conciertos que les obliga a grabar en estudio profesional en Londres. Es decir, no solo Matthew sino los públicos se acomodan gentilmente al servilismo hacia el artista gracias al sutil pero constante crescendo del fanatismo. Cuando más de un fanático se acerca lo suficiente y obtiene permisos o exclusividad entonces ocurre el click de alienación por el que vive una miríada de nuevos artistas actuales, en otras palabras, lo que le sucedió a Matthew y Oliver; obsérvese a Matthew con su compañero de tienda, se envidian entre ellos, rivalizan por un donnadie e incluso se ponen obstáculos por un ouesto de Nadie. Matthew solo lo invitó a su compañero de trabajo en tienda y enseguida se percata del error cuando Oliver, un joven inestable y en el fondo vacío de afecto decide cobijar también al nuevo corifeo, por eso, cuando viajan a Londres y Matthew ni siquiera es considerado como integrante de la banda o equipo, porque ni siquiera se le facilita una visa de artista o trabajo, Matthew se alegra de que su compñaero de trabajo sea retenido en migración, aunque después llegyue de cualquier forma al estudio y lleve lo que prometió, o sea, prendas hechas por él para todos. Lo mejor de todo es cuando aquel como Matthew quien ayudaría en el documental es expulsado y entonces emplea la misma imagen y fenómeno ciego de los medios para aplastar a Oliver con las adolescentes. Lo mejor de todo es, pues, que Matthew invierta los papeles, chantajeando y oprimiendo al artista y entonces, solo quede un Oliver desconcertado sin ideas y vacío.


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