肉体の学校/The School of Flesh (1965) dir, Ryô Kinoshita ★★★★★

Review by Fernando Figueroa

in

Masterpiece indiscutible. Este estudio clínico de las obsesiones amorosas adapta una novela polémica -per se- de Mishima. Estoy anonadado por la consonancia de la fotografía de Yuzuru Aizawa con la dirección de Kinoshita, la cual no solo es excelsa, sino también diabólicamente arriesgada, incluso siendo posguerra, incluso a mediados de los 60 en inicio de Generación X. Es comprensible que al autor le encantara 〈実にソフィスティケイテッドな作品が生れた〉と褒め、〈原作の会話、スタイルが十分に活かされてゐて大へんうれしい〉” (“Un trabajo verdaderamente sofisticado ha sido creado” y “Estoy muy feliz de que los diálogos y el estilo del original hayan sido suficientemente utilizados”).Es un hecho, respetó los di+alogos originales que son una delicia en malicia y contrapunto de género, pero antes, una confrontaciíon de valores por un lado el nihilismo de Senkitchi, no apegarse ni aferrarse ni emocionarse de nada, versus la vida banal y de socialidad performance con poses e imposturas ideológicas a raíz de su pseudo libertad de mujer sin compromisos de Taeko. Fijaos en el uso de contrastes de B/N pero además de fotografía nocturna barrida, o de exposición con obturación de más de uno, dos o tres segundos en la escena en que Taeko se harta del barista por su terquedad de ingresar y permanecer jugando en el pashinko a media cita amorosa o utilitaria con Taeko. La vertiente que recorre el director/cinematóhrafo para ael capítulo de neurosis y epifanía de Taeko, empapada de soledad y viendo al guapo jovencito despilfarrar el tiempo y sin apegarse a nada, pero menos en ella, esto requwerirá más venganza y desprecio y pasión del que hubiese imaginado Taeko. Por eso, el desenlace debe entenderse como profundamente desmoralizante, pero no carente de claridad reveladora. Cuando Taeko finalmente comprende la naturaleza real de Senkitchi, experimenta una epifanía dolorosa: “Todo el encanto de lo desconocido estaba muerto. No había nada opaco, nada que pudiera hacerla sufrir más” dice en la novela.

Y de este modo, la escena de la quema de las fotografías representa un ritual de purificación mutua que paradójicamente los une en su degradación compartida. El abrazo final de Senkitchi después de quemar las imágenes sugiere que solo a través de la destrucción de las ilusiones pueden alcanzar una forma perversa de intimidad auténtica. El motivo de amenazar al jovencito con las fotos es riquísimo como contrapeso de poder,o sea, la venganza de aquella que fue humillada esperando fuera del pahinko solo porque él así lo quiso. COn las fotos pone en jaque los planes de un jovencito bello pero de mentalidad parásita cuyo derrotero es el matriomnio y por ello el envío de las fotos con otros amantes conseguidos en el bar, a la señora Muromashi. ¿No es acaso fascinante que aquella mujer que se sentía depredadora, sea la presa y en ese instante entre algunas de sus hipótesis veaLa dimensión psicológica se intensifica a través de las “demasiadas dudas para no ahogarse en ellas” que experimenta Taeko, incluyendo la aterrorizante posibilidad de que Senkitchi “bajo una apariencia irreprochablemente varonil, aborreciera a las mujeres” pero estas obsesiones revelan no solo inseguridad, sino una fragmentación del yo. La recomiendo, es una joya de obsesión psicólogica.

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