Algo no anda bien en un filme cuando el verdugo, en este caso el secuestrador desde un inicio actúa sospechosamente como hombre bueno -aun suponiendo que sí lo sea- y así se sabotea una de las vertientes de tensión que pudieron aprovecharse en la historia, sin mencionar que las vidas de los personajes secuendarios como la de Lenya son irrelevantes porque no inciden o agregan ni siquiera casualidad en la trama para inflamar el suspenso. Por si fuera poco, si descartamos intenciones de edulcorar aun más el débil personaje malvado que le inyecta dos cubos de insulina como represalia a la niña de 9, ¿por qué otra razón sería interesante o asfixiante que casi muera la niña inocente, hija de Andreyi Sovietsky ex Jefe del Departamento de Salud que permitió la compra de insulina de baja calidad y realizó corrupción para enriquecerse? Está historia ya existe, solo que en otros filmes nos han revelado todo lo anyerior hasta el final y no a los 25 minutos de iniciarse el filme.

No se puede sentir angustia por ANdreyi dado que se enriqueció a costa de la muerte del niño Oleg Karanin, pero tampoco se puede sentir angustia por morir a balazos el secuestrador aunque haya aclarado con una guión muy forzado la razón por lo que hace y la desesperacion de ver a Mariya sufriendo por su hijo muerto. En conclusipon, no solo se trató de un cliché, algunos clichés me entretienen como los filmes de Neeson o Stallone, sino que tampoco ofreció variantes o sorpresas dentro del hilo predecible. Las emociones son el grito certero del egoísmo. Dado que toda experiencia es personal, la angustia emocional y rabia de un padre no podría jam+as abernos a rabia aunque sepa que le han inyectyado dos cubos de insulina a su hija de 8 años, sin importar las razones por las que han secuestrado a la niña que tienen que ver con el fraude de medicamentos en que participó hace años,percbiendo millonarias ganancias con la empresa inexistente Med Pax.