Uno de los parias de la literatura latinoamericana es sin duda el mortalmente crudo Rubem Fonseca de quien aporté hace algunos años la reseña de su desconcertante novela “Feliz Año nuevo”. Ahora me concentraré en esta colección de relatos “Secreciones, excreciones y desatinos” la cual, en serio, tomen mi palabra, no es menos perturbadora que cualquiera de sus obras capitales sencillamente porque constituye un repertoire del ADN de la plétora de personajes que pululan sus obras. Realizo una aproximación breve de Fonseca desde el pensamiento de Sloterdijk, particularmente desde su obra señera Crítica de la Razón Cínica de ediciones Siruela y traducido por Miguel Ángel Vega Cernuda. Las imágenes son mis libros tal como acostumbro y también, como es mi costumbre, primero examino brevemente algunos relatos de la colección y culmino con “Copromancia” el más interesante desde un cariz filosófico quínico.
“Ahora tú (O José y sus hermanos)”
Las dinámicas de poder y la percepción de uno mismo -con reforzamiento probable de inseguridades- en espacios compartidos es motivo de este relato en el cual se introduce la disonancia cognoscitiva en un grupo de participante de una especie de grupo de discusión. José es el primero en tener la palabra y detalla la paliza que le dio a alguien en el elevador por dirigirse a él sin pedirle permiso, lo que muestra una clara actitud pasivo-agresiva.”Yo era flacucho y delicado, y todos se metían conmigo, hasta una vez uno me palpó el culo, disculpen, porque yo era bonito, y a la gente no le gustan los hombres guapos”, nunca volvió a permitir que se metieran con él a partir de entonces. José culmina su participación reconociendo que él es así y no va a cambiar. Le dará de golpes a quien lo mire mal pero resulta que cuando intervienen los demás del grupo, dice “yo quisiera ser como José”, otro dice “yo querría contarles una historia personal como las de José”, otro dice, “yo querría ser como José y no contar una historia como la de José”. Solo una participante, XUxinha dijo: A mí me gustaba un chico que sólo me buscaba para, bueno, para joder. Un día le dije, tú sólo me quieres para chingar, nunca me llevas a ningún sitio, ni al McDonald’s, y él me dijo, es verdad, perdona. Y no volvió nunca más. Desapareció. Me eché un novio, un chico al que le gustaba el teatro, me llevaba a comer a un
japonés, porque sabía que a mí me gustaba comer allí, y el día de mi cumpleaños me regaló un reloj Cartier, cuando el otro no me había dado nunca ni una flor. Pero yo no conseguía olvidar al otro, y acabé con el del reloj Cartier. Luego descubrí que era una imitación. Todos los días pienso en aquel novio que no volvió más. Eso es todo”. El o la moderadora al recibir una llamada por el teléfono móvil no demuestra más paciencia que aquellos a los que modera en sus patología y así termina el relato mostrando por un lado las actitudes defensivas a costa de nuestra inseguridad como seres humanos y en otras ser refractarias a las personas con las que convivamos, erigiendo con ductilidad la identidad y personalidad de cada uno.

“La naturaleza, en oposición a la gracia”
Este relato narra la vida de un hombre inseguro y temeroso que vive bajo la sombra de Sérgio, un individuo físicamente imponente y seguro de sí mismo que muestra interés en Alessandra, la novia del narrador. La humillación y los celos lo consumen, especialmente cuando Sérgio hace comentarios despectivos y Alessandra parece admirar aspectos de este rival. Finalmente, en un viaje de pesca nocturno, el narrador, impulsado por la rabia y la oportunidad, asesina a Sérgio golpeándolo con una piedra y arrojándolo por un acantilado. Miente a la policía sobre el incidente, alegando un accidente, y logra salir indemne. Posteriormente, rechaza a Alessandra y abandona su estilo de vida previo, mostrando un cambio radical tras el crimen
“El violador”
Aunque el título sugiere un tema violento, el relato se centra en la descripción obsesiva de los atributos físicos de Júlia, una mujer que viste de manera recatada pero cuya belleza, especialmente la de sus senos, fascina al narrador. Este relato parece explorar la tensión entre el deseo y la restricción, mostrando cómo el narrador se limita a besar su cuello debido a las aversiones de Júlia a lugares como la playa o las piscinas. La narrativa insinúa una atracción intensa que podría derivar en comportamientos más oscuros, aunque no se detalla en el fragmento
“El jorobado y la Vênus de Botticelli”
Este relato presenta al narrador, un hombre con una deformidad física (joroba), quien intenta seducir a Agnes, una mujer que inicialmente muestra reticencias debido a su apariencia. A través de besos y promesas de una vida juntos lejos de prejuicios, logra conquistarla. Sin embargo, al mismo tiempo, el narrador sigue a otra mujer atractiva en la calle, planeando cómo acercarse a ella a pesar de anticipar rechazo por su aspecto. Este fragmento refleja la lucha interna entre el deseo de aceptación y la compulsión por nuevas conquistas, así como el impacto de los estigmas físicos en las relaciones
y finalmente “Vida” que es como una micro secuela de “Copromancia” en el que me detendré. “Vida”es el último relato se centra en un hombre que describe detalladamente sus flatulencias, considerándolas una fuente de placer personal que prefiere disfrutar en privado, lejos de los demás. La narrativa incluye una discusión con su esposa, quien lo contradice constantemente, lo que revela tensiones domésticas. Este fragmento parece explorar temas de intimidad, vergüenza y las pequeñas satisfacciones de la vida cotidiana, con un tono que oscila entre lo cómico y lo patético. Desde su página 17, Sloterdijk dice “Ninguna Ilustración tiene lugar sin que produzca el efecto de destruir el pensamiento del punto de vista y disolver las morales perspectivas convencionales; desde un punto de vista psicológico esto está en relación de dependencia con la dispersión del Yo y, desde un punto de vista literario y filosófico, con la decadencia de la crítica.”

“COPROMANCIA”
Fonseca aborda la obsesión de un hombre con sus propios excrementos, comenzando con una reflexión teológica sobre por qué Dios creó al ser humano con la necesidad de defecar, lo que lo lleva a cuestionar la perfección divina. Pero esto es solo guacia, “un juego de niños” le reprochaban su comportamiento a Calígula de Albert Camus, sus consternado patricios. Aunque inicialmente no es religioso y considera el excremento algo repugnante, el interés del personaje de Fonseca crece hasta el punto de documentar minuciosamente las formas, colores y olores de sus heces mediante fotografías y notas. Esta fijación evoluciona hacia una búsqueda de señales proféticas en sus desechos, inspirado por un recuerdo reprimido de un arúspice que predijo la muerte de su madre. Pregunto al lector que esté familiarizado con el texto de Sloterdijk, ¿no es lindo este Eulenspiegel al que interpreta el personaje? Confrótese págs. 237 y 238. “Eulenspiegel es el modelo moderno del quínico, un ilustrado de orientación grosera que ni siquiera se arredra ante
las peleas. No esconde su alegría por el mal ajeno, tal y como hacen los ilustrados más sensibles de la época burguesa, y siente placer en desenmascarar y poner en ridículo a los tontos. Dado que es un ilustrado pantomímico, no tiene ninguno de los prejuicios que obligan a las cabezas
más exquisitas a esconder sus impulsos «perversos». Encarna una inteligencia robusta que no censura sus impulsos” (Ibidem). Finalmente, volviendo al personaje kínico de Fonseca, tras más de dos años de introspección, afirma haber descifrado un código simbólico en sus heces, interpretándolas como criptogramas que revelan verdades ocultas.
- Cinismo moderno vs. quinismo antiguo
Sloterdijk distingue entre el quinismo (actitud crítica y provocadora de la Antigüedad, ejemplificada por Diógenes, (y de verdad que se explaya lo suficiente en su kinismo), y el cinismo moderno o posmoderno, que representa una “falsa conciencia ilustrada”: individuos que reconocen las contradicciones sociales pero se resignan a ellas sin intentar transformarlas utilizando trampas de autocomplacencia que se vuelven costra de racionalidad e instrumentalidad (actividades laborales, familiares, etc.) El protagonista de “Copromancia” desarrolla un ritual obsesivo alrededor de las heces, creando un código hermético de interpretación. Esto refleja el cinismo moderno: aunque cuestiona simbólicamente la imperfección humana (“¿Por qué Dios nos hizo defecar?”), su acción se reduce a un solipsismo estéril, sin trascender la crítica hacia un cambio real. - Ironía y desencanto como mecanismos de supervivencia
Sloterdijk señala que el cinismo contemporáneo surge de la desilusión posilustrada: se reconoce la imposibilidad de ideales absolutos, pero -se reconozca o no- se perpetúa la complicidad con sistemas opresivos. En Copromancia, la relación entre el protagonista y Anita oscila entre la intimidad y la complicidad en el absurdo. La aceptación mutua de sus rituales (fotografiar heces, interpretar augurios) simboliza una dinámica cínica donde la crítica se diluye en ironía compartida. El quinismo supino del personaje de Fonseca se evidencia con el uso de la Polaroid y el álbum como herramientas de registro, registrando un archivo inútil aparentemente por tratarse de racionalidad instrumental vacía, pero muy en el fondo con la tecnología se valida muy íntimamente un nihilismo justificado que hace las veces de razón personal.

3.El personaje de Fonseca es un cínico, en efecto, representa en la sociedades de hoy ese egoísmo pragmático porque, en esencia, enarbola un tipo cada vez más común aunque en otros ámbitos no necesariamente escatológicos (relativos a los orines o heces fecales). Llevemos esto al terreno del cinismo moderno, por ejemplo en el triste éxito de políticas como las del gobierno populista de México, con conferencias del pueblo mañaneras huecas y para justificar un microcosmos de verdades artificiosas, léase falsedades, que trascienden la verdad a la que nunca se llega de forma fáctica pero que se desdeñan, y mientras los votantes suponen que han participado en la construcción del tipo de gobierno frente a ellos, igual que los púberos y colegiales de 9 o 15 años que consideran participar activamente simplemente por dar likes o compartir las mismas verdades artificiosas del microcosmos insertado como agenda en las redes sociales. Se enfrenta dicho cinismo moderno con el individualismo (el de cada votante) del capitalismo tardío, donde prima el “sálvese quien pueda”.Peter Sloterdijk analiza esta expresión “Sálvese quien pueda” como síntoma del individualismo hiperbólico del capitalismo tardío (el cual lo puede revisar en el capítulo de “psicopolítica de la sociedad esquizoide”.) “Sálvese quien pueda” refleja una “falsa conciencia ilustrada”: aunque se reconoce la desigualdad y la crisis social, se opta por la complicidad con sistemas opresivos en lugar de transformarlos. El protagonista de Fonseca personifica este individualismo: su obsesión por las heces (símbolo de lo abyecto) lo aísla socialmente, creando un microcosmos donde la auto referencialidad, es decir, el discurso oficial al que nos remite como fuente de los datos, es al propio gobierno que se convierte en juez y parte, como fedatario de la verdad, aunque sea quien en realidad debería aportar las fuentes en que basa su discurso de verdad o hechos para las decisiones y así se sustituye al diálogo crítico. Sloterdijk lo caracteriza con estructuras políticas que aparentan populismo y privilegiar a los pobres pero en realidad fomentan la segregación: sistemas de salud privados (ISAPRES), educación elitista o de seguridad personalizada, que crean una “vía de escape” para las propias élites de Morena, volviendo al gobierno de México (el Secretario de Educación Pública muestra con orgullo en colegios privados a sus vástago, los ex diputadas o ex senadoras utilizan Hospitales privados pero vuelven pública sus enfermedades o las letras chiquitas de dichas instituciones de élite, y mientras, el pueblo al que pregonan privilegiar se marginaliza cada día y cada año aun más de ellos. En pocas palabras, lo que parecen cuentos de temas despreciables por un ser despreciable como Fonseca, es más bien una colección puede ser abordada como un estudio de la transgresión y la redefinición de lo abyecto en la experiencia humana. Los relatos de Fonseca desafían las categorías culturales de pureza y suciedad, mostrando personajes que, al confrontar lo prohibido o condenable, como en las relaciones tóxicas y la violencia de otros cuentos, reconfiguran un discurso de prácticas y manías cada vez más comunes como pivotes de identidad y pautas culturales contemporáneas.

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